The Idle Race

A mediados de los años sesenta, tanto la crítica como la industria discográfica tenían puestos sus ojos en la industrial ciudad inglesa de Birmingham. Anteriormente, otras dos ciudades habían despuntado en el panorama del pop y rock inglés, Liverpool y Manchester, centros musicales que habían dado luz desde los inicios de esta década a bandas que habían transformado para siempre la música popular. La corriente procedente de Birmingham fue llamada Brum Beat, y pronto dio los frutos esperados, fundamentalmente encarnados en dos insignes bandas, The Move y The Moody Blues, que tendrían dispares carreras con distintos resultados. Sin embargo, no podemos olvidarnos de una tercera banda que tuvo en su haber todos los ingredientes necesarios para alcanzar la gloria sin conseguirlo: The Idle Race. Esta banda surgió a su vez de otra, Mike Sheridan & The Nightriders, fundada esta última en 1.963 y formada por Greg Masters (bajo, voz), Dave Pritchard (guitarra, voz), Roger Spencer (batería, voz), Big Al Johnson (guitarra) y Mike Sheridan  (voz). Tras una serie de cambios en la formación y una breve carrera dedicados a la psicodelia, las flores y el rock, entra en la formación un joven Jeff Lynne (voz, guitarra, piano), que pronto se destacaría como el líder de la banda. El joven Lynne tenía un set de canciones que había grabado artesanalmente en el sótano de la casa familiar de Birmingham. En aquella época, Lynne hablaba de sus composiciones como canciones "de atmósfera agradable y un bonito sentimiento casero". No obstante, por lo que primero fue reconocida la banda fue por la voz de Lynne (no muy diferente a la de Lennon, decían, hecho que motivó un plus añadido de interés) y su técnica guitarristica. No en vano, y de acuerdo con Steve Hoffmann, un joven Brian May asistía a los conciertos de The Idle Race. May estaba fascinado por la técnica de Lynne y le considera una de sus fuentes de inspiración iniciales. La técnica de Lynne incluía hacer sonar su guitarra como si fuera un violín. Lynne no tenía reparos en contar cómo inventó esta técnica: "Bajo el volumen de la guitarra al mínimo, después toco una nota y cuando he hecho esto, subo de nuevo el volumen y hago vibrar la cuerda con el dedo." Además, en el escenario - fue una banda muy pródiga en conciertos - su presencia era sólida y la música sonaba muy bien, estaba ejecutada con gran talento. Esto hizo que muchos ojos se concentraran en estas jóvenes promesas.


En cuanto al estudio, el propio Lynne recuerda en aquellos lejanos tiempos cómo se había transformado la música cuando pasó del sótano de su casa al estudio: "Los sonidos sonaban duros, molestos y bueno, ya sabes, todo profesional". Habían firmado un contrato con el sello Liberty que les puso en camino para grabar su primer disco, The Birthday Party. Lynne tenía intención de producir él mismo el álbum, pero el sello no se fiaba de su inexperiencia y le envió a un par de productores, Eddie Offord y Peanuts Chevin para que le ayudasen. Después de escuchar el disco, el periodista especializado Dave Schulps hace un comentario acerca de este álbum de debut:

Es una especie de álbum-duende que une imágenes de la niñez inocente con la fantasía... Intenta imaginar la voz de un niño tratando de cantar después de escuchar una historia de sangre coagulada y fantasmas, cruzada con el sonido de un empleado de banca tímido y viejo que ha bebido un poco más de la cuenta e insiste en cantar a la vieja usanza. Combina aquella voz con las pequeñas historias de Lynne acerca de personas solitarias y aniñadas y tendrás el auténtico sabor de la música de The Idle Race.



El resultado fue un álbum sin rellenos, deliciosamente arreglado, genialmente construído... que desapareció del panorama en seis meses entre la vorágine comercial del momento, prácticamente ignorado por el público. Todo ello a pesar de contar con el apoyo unánime de la crítica especializada: el deejay Kenny Everett los consideró "los segundos sólo por detrás de The Beatles", y el historiador musical Alan Betrock comentó que "The Idle Race no cayó en la tentación de abandonar la búsqueda de la melodía magistral. Incluso The Beatles habían abandonado su trono, dejándolo a Lynne y compañía para mantener el listón alto". A pesar de tan entusiasta apoyo por parte de la crítica, The Idle Race parecía tocada por una racha de mala suerte. Tal vez fue una promoción desafortunada del primer álbum, lo cierto es que los sencillos que regularmente fueron publicándose desaparecieron sin dejar rastro. Esta tesis se apoya en que The Birthday Party era un precioso trabajo, brillante e imaginativo, un interesante collage de canciones. Era indudable que The Idle Race realmente quería tomar el relevo de The Beatles. Canciones vitales y humorísticas como Skeleton and the Roundabout, I like my toys, End of the road o Sitting in my tree, temas llenos de energía con un ligero toque melancólico (Morning Sunshine, Birthday), con letras llenas de imaginación que cuentan historias de personas infantiles, a veces acomplejadas, historias del día a día aliñadas con secuencias oníricas, y un estilo de música plenamente actual, con arreglos consistentes y estructuras bien planeadas.


Tras el fracaso (comercial) del primer álbum, The Idle Race no tiró la toalla. Jeff Lynne regresó un tiempo después con otro puñado de canciones procedentes de su sótano en Birmingham. Temas que han sido vistos por la crítica como un "triunfo creativo", en el sentido de que su autor quiso dar una vuelta de tuerca más a sus planteamientos musicales, redoblando su esfuerzo en crear melodías que tuvieran un gran impacto comercial a través de un estándar de calidad muy alto. Y así fue como nació el segundo álbum, The Idle Race, publicado en noviembre de 1.969. Para aquél entonces, el sello discográfico ya había dado carta blanca a Lynne para que produjera el álbum, pues durante la grabación del primero ya dio suficientes pruebas de que podía arreglárselas solo. Tal vez The Idle Race sea, musicalmente, un álbum algo menos arriesgado estéticamente, tal vez algo más homogéneo, más conservador, en definitiva. Sin embargo, las melodías, los arreglos y la producción superan en calidad al trabajo anterior, algo ya difícil, pero conseguido por Lynne y los suyos. Especialmente brillante es en este álbum el aspecto melódico, pues no tiene ningún desperdicio. Según gira el plato, suena una impresionante melodía tras otra. Come with me abre el álbum con fuerza y optimismo, sigue un Sea of Dreams acústico y melancólico - de nuevo las historias de niñas soñadoras que se pierden en un mundo de fantasía -. Going home es otro himno triste y armonioso; la faceta irónica y ligeramente humorística surge de nuevo en Mr. Crow y Sir Norman, con sus malabaristas, sus ventrílocuos y su drama tras las bambalinas, las atracciones del circo y su aire engañosamente festivo:

Hola, Mr. Crow, ¿tu pequeño niño abandonó la casa? ¿Huyó?
Bien, espero que vuelva pronto para continuar el espectáculo
Lo siento, debes sentirte bastante triste cuando tu muñeco escapa
Sin decir palabra
Eso es todo lo que Mr. Crow había escuchado.


La balada melancólica está representada por Please no more sad songs - extraordinario falsete de Lynne - y en Girl at the window se condensa el verdadero espíritu de Hansel y Gretel, el universo de Lewis Carroll y The Idle Race:

En la ciudad vivía una niña tan hermosa
Que su madre no se atrevería
A dejarla ir a ninguna parte
Era una chica solitaria

John y Paul y Ringo y George
Tocaban deliciosas melodías
Desde la ventana de su habitación
A la luz de la luna

En el campo vivía un niño solitario
Que vagaba todas las noches
Sólo para ver la luz de su ventana
Entonces era más feliz

Luego se sentaría en el suelo
Solo para escuchar el sonido
De la música dando vueltas
Y la llamaría

Dos adolescentes, solitarios, tristes, encerrados en un mundo melancólico tan sólo iluminado por el amor y la música de The Beatles, tal vez sólo esto sea suficiente, después de todo. El álbum concluye con uno de sus platos fuertes, Hurry up John, que incluye una extraordinaria guitarra que imita el sonido de una gaita escocesa, un tour de force brillante que cierra un álbum excelente, diríamos que mejor si cabe que el de debut. Sin embargo, la racha de mala suerte continuó. De nuevo entusiastas críticas del periodismo especializado, pero pocas ventas. El álbum pronto desapareció del panorama musical y ni siquiera llegó a publicarse en Estados Unidos. Frustrado después de tantos esfuerzos en vano, Jeff Lynne decidió aceptar la oferta de su viejo camarada Roy Wood y abandonó The Idle Race para formar parte de The Move, que por aquél entonces ya era una banda de éxito, una banda en proceso de evolución hacia otro proyecto más ambicioso: The Electric Light Orchestra. Pero esa es ya otra historia. Por su parte, The Idle Race continuó operando durante algún tiempo, incorporando a Mike Hopkins (que venía de The Diplomats) y Dave Walker (que más tarde pasaría a Fleetwood Mac). Llegaron incluso a publicar un tercer álbum, Time is, pero ya no era lo mismo sin el peso de Lynne, y pronto desaparecería del mapa. 



Comentarios

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    1. Muchas gracias, Fer, y gracias a ti por pasarte por aquí y comentar!

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  2. Otra de las buenas, gratas y muy detallada nota, Mr. Crow, me gusto leerla con detenimiento, como siempre te digo, no dejo de sacarme el sombrero ante este muy buen detalle que hiciste en este caso del paso de Jeff Lynne por su gran grupo.

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    1. Muchas gracias, José Luís por tus palabras... creo que ya era hora de escribir sobre esta banda. Es un caso raro si tenemos en cuenta su alta calidad y por otro lado, el éxito comercial (escaso) que tuvo, bueno, tú esto ya lo sabes, jejejeje. Muchas gracias.

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